sábado, 30 de junio de 2012

Layla



Me encantan los perros, me parecen los animales más dulces y fieles con los que uno pueda compartir hogar, y es que así como tú los invitas a ser parte de la familia, ellos, a diferencia de los gatos, canarios o cualquier otro típico animal de compañía, toman a la familia como manada, como grupo, como identidad propia. Es por esto que cuando llegas a casa, sea con una sonrisa o la cara larga, ellos te reciben con alegría en la voz y lamiscones varios agradeciendo solo tu presencia, e independientemente de como hallas llegado, tras ese cálido recibimiento, no puedes si no sonreír.

Parte de quien soy yo se debe a las grandes compañías caninas con las que he pasado en mi vida, y es que de mis veintidós años solo he estado cuatro sin mascotas. Y como dice Jorge, se nota quien ha tenido perro, se nota en el concepto de familia, de grupo y de manada, en como tu naturaleza te lleva a cuidar de tu grupo solo por el placer de sus sonrisas y de la capacidad de sonreír siempre pese a los malos tragos. De pequeño me hacía mucha gracia la historia del hombre que colgaba sus problemas en el árbol que tenía a la entrada de casa, y es que con estos pequeños, es lo que tiendes a hacer, a tomarte un respiro de tus problemas o soledad, llegar a casa y que tu preocupación más grande sea encontrar las llaves rápido para que ellos no lleguen a llorar de emoción mientras esperan verte.

Y no es solo eso, es el calor y compañía que dan, y lo digo hoy a las diez de la mañana con una bolita peluda a mi costado que ha levantado las mantas para acurrucarse piel con piel mientras leo y escribo en el ordenador. Y sé que es completamente aleatorio este post, pero también lo fue el de anoche a la una de la mañana, y es que en el fondo necesitaba respirar, y creo que lo estoy haciendo.

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